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Un paseo por el Raiguer

Recorrer las bodegas de VTMallorca te permite descubrir rincones únicos y maravillosos, a menudo desconocidos, muchas veces pasados ​​por alto a la hora de escoger una ruta en la que disfrutar de un buen día. Hoy, de nuevo, el camino me conduce al Raiguer. Una de las zonas vinícolas por excelencia en la isla.

La primera parada la hago en la finca Son Aloy, Sencelles, donde encontramos la bodega Santa Caterina. Guillermo, representante del área comercial, se encarga de guiarme y contarme todos los detalles de este nuevo proyecto que comienza. En realidad, Santa Caterina fue fundada en 1984 por Stellan Lundqvist, un apasionado de los vinos que deseaba elaborar una bebida de calidad, con variedades de uva internacionales. La bodega, entonces localizada en Andratx, cesó su actividad a principios de los años 2000. Hoy, la finca Son Aloy es la nueva sede de una bodega que se ha renovado de arriba abajo en un proyecto que arranca no sólo en una nueva ubicación, sino con una nueva sensibilidad que recoge la voluntad de hacer buen vino de la anterior empresa pero esta vez conducida por sus hijos, que entienden que en esta nueva etapa su vino debe ser fruto de las variedades autóctonas mallorquinas como elemento principal.

Santa Caterina apuesta por las nuevas tecnologías y por la construcción de una bodega moderna, basada en el modelo californiano. Se trata de una infraestructura abierta, con grandes espacios que permiten a los visitantes observar, de cerca, cada uno de los procesos de elaboración del vino. Además, la bodega dispone de miradores, con una panorámica ideal, para ver el entramado de barriles y botas que forman parte en cada uno de los procesos de formación de los vinos. Espacios grandes, luminosos y muy agradables desde donde, quien lo desee, podrá entender las características y particularidades de los vinos Santa Caterina.

El nuevo diseño de la finca está pensado para la celebración de actos, grandes y pequeños, en un entorno inmejorable como el campo mallorquín. La Serra de Tramuntana, con el Puig Major al frente, desfila imponente en el noroeste. Sólo girando la mirada hacia el sur observamos el Puig de Randa, con su particular silueta, que hoy escapa de la niebla en la que se intuyen los pueblos de Costitx, Sencelles y Sineu, que también forman parte de este maravilloso entorno. Todo ello rodeado de viñedo con una extensión de cuarenta hectáreas que, cuando llegue a su máximo rendimiento producirá alrededor de 200 mil botellas, ahora la producción es de unas 40 mil, de las cuales se harán vinos monovarietales de variedades autóctonas y otros mediterráneos, que combinarán las locales con otras foráneas.

Tengo la suerte de probar‘nguany, un tinto elaborado con syrah, callet y manto negro; un “coupage” de variedades mediterráneas que responde al objetivo de elaborar un producto de calidad a menor precio. Se espera que en abril del 2022 salga al mercado su versión de vino blanco.

Sigo con mi inmersión por el Raiguer y llego a la carretera entre Lloseta y Binissalem. Es el turno de descubrir Tianna Negre, una bodega imponente que empezó su actividad en 2007.

Me entrevisto con Xisca Morey, arquitecta, y hoy la embajadora perfecta para entender el talante de la bodega de la familia Morey Garau.

Tianna Negre elabora vinos con variedades autóctonas, desde 2018, con el cien por cien de sus vinos con certificación de ecológicos. Xisca destaca que el paso para elaborar todos los vinos con este sello se hizo gracias a que las primeras veintidós hectáreas en las que elaboraban vino ecológico obtenían una mejor uva y, también, un mejor resultado en bodega. «Con la cosecha ecológica se elaboraban unos vinos más estructurados y más afrutados». Estas muestras palpables en el campo, sumadas a una nueva forma de entender la vida, hicieron que la dirección de la bodega se decidiera a dar el paso definitivo, para hacer todo su producto de forma ecológica. Xisca destaca que las variedades autóctonas son las que mejor responden al cultivo ecológico. Reconoce que esta forma de producir es más costosa y difícil pero tal y como demuestran sus palabras, respetar el campo no es sólo una mejora en el resultado del vino sino una forma de hacer que va en consonancia con la forma de entender el campo y la naturaleza.

Si bien reconoce que el consumidor extranjero es el que más aprecia la elaboración ecológica de los productos, Xisca cree que esta forma de entender y valorar más el respeto a la naturaleza, y los tratamientos menos invasivos, es cada vez más agradecida y buscada por el público mallorquín. De hecho, destaca que, a partir de la pandemia de 2020, el consumidor mallorquín entendió la importancia de adquirir producto local y de proximidad. Sin embargo, lamenta que todavía falta que el vino mallorquín, independiente de la marca, se introduzca más en la oferta de los restaurantes de la isla. Defiende el vino mallorquín como el elemento ideal para maridar, no sólo con la gastronomía isleña sino también con el clima de Mallorca.

Tianna Negre elabora vinos monovarietales, de variedades autóctonas, como seña de identidad. Manto negro, Prensal Blanc, Callet y Giró Ros entre otros. Xisca destaca que la esencia de sus vinos no es otra que poner en valor las cualidades de las variedades locales, en un proceso de continuo aprendizaje que busca superar su producto día a día.

Para terminar tengo la suerte de probar Vélonegre, ecológico monovarietal Manto negro. A veces las palabras se entienden mejor después de un buen trago de vino.

¡Salud!

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